Muchas viviendas antiguas todavía cuentan con un cuadro de fusibles con cartuchos o fusibles de porcelana. Aunque en su momento eran habituales, hoy en día ofrecen menos protección y son más propensos a fallos y riesgos de incendio. Con el tiempo, el desgaste o la sobrecarga pueden provocar un calentamiento progresivo, poniendo en peligro toda la instalación. Un cuadro eléctrico moderno incorpora disyuntores automáticos y interruptores diferenciales que actúan de inmediato en caso de cortocircuito o fuga de corriente. Esto interrumpe el suministro eléctrico de forma rápida, reduciendo así la posibilidad de daños o accidentes. Además, los cuadros actuales permiten añadir fácilmente nuevos circuitos, por ejemplo, para una placa de inducción o un cargador de coche eléctrico. Están diseñados conforme a las normativas de seguridad vigentes, ofreciendo mayor resistencia frente a sobretensiones y sobrecargas. Por eso, sustituir un cuadro de fusibles antiguo no solo mejora la seguridad, sino que también supone una inversión en un sistema eléctrico más fiable y preparado para el futuro.